
Ahora bien, hay tres puntos en cuestión para destacar, según Juan Wesley:
- 1. Elección incondicional.
- 2. Gracia irresistible.
- 3. Perseverancia final.
Con respecto a la primera, Elección incondicional, creo lo siguiente:
Que Dios, antes de la fundación del mundo, eligió incondicionalmente a ciertas personas para realizar ciertas labores, como por ejemplo a Pablo para predicar el evangelio;
Que ha elegido incondicionalmente a algunas naciones para recibir ciertos privilegios especiales; en particular la nación judía;
Que ha elegido incondicionalmente a algunas naciones para escuchar el evangelio, como Inglaterra y Escocia, en la actualidad, y muchas otras en las edades pasadas;
Que ha elegido incondicionalmente a ciertas personas para disfrutar de muchas ventajas especiales, tanto en lo que respecta a lo temporal como a lo espiritual;
Y no niego (aunque no puedo demostrar que sea así) que ha elegido incondicionalmente a algunas personas a la gloria eterna.
Pero no puedo creer lo siguiente:
Que todos aquellos que no han sido elegidos así para la gloria deben perecer para siempre; o
Que haya un alma en la tierra que jamás haya tenido la posibilidad de escapar la condenación eterna.
Con respecto a la segunda, Gracia Irresistible, creo lo siguiente:
Que la gracia que produce fe, y por lo tanto salvación al alma, es irresistible en ese momento;
Que la mayor parte de los creyentes tal vez recuerden alguna vez cuando Dios los convenció irresistiblemente de su pecado;
Que la mayor parte de los creyentes descubre en algunas ocasiones que Dios actúa irresistiblemente sobre sus almas;
Y sin embargo creo que la gracia de Dios, tanto antes como después de esos momentos, puede ser y ha sido resistida; y
Que en general no actúa irresistiblemente, sino que podemos obedecerla o no.
Y no niego lo siguiente:
Que en algunas almas la gracia de Dios es a tal punto irresistible, que no pueden menos que creer y ser finalmente salvadas.
Pero no puedo creer:
Que deban perderse todos aquéllos en quienes la gracia de Dios no opera de esta forma irresistible;
Que haya un alma en la tierra, que no tenga, y nunca haya tenido otra gracia, que aquella que en realidad aumenta su condenación, y que estaba designada por Dios para que así ocurriera.
Con respecto a la tercera, Perseverancia Final, me inclino a creer lo siguiente:
Que existe un estado asequible en esta vida, del cual el hombre no puede caer; y
Que aquél que ha llegado a esto puede decir: "Las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas."
Bibliogr.: Teología Sistemática, Pearlman
Que Dios, antes de la fundación del mundo, eligió incondicionalmente a ciertas personas para realizar ciertas labores, como por ejemplo a Pablo para predicar el evangelio;
Que ha elegido incondicionalmente a algunas naciones para recibir ciertos privilegios especiales; en particular la nación judía;
Que ha elegido incondicionalmente a algunas naciones para escuchar el evangelio, como Inglaterra y Escocia, en la actualidad, y muchas otras en las edades pasadas;
Que ha elegido incondicionalmente a ciertas personas para disfrutar de muchas ventajas especiales, tanto en lo que respecta a lo temporal como a lo espiritual;
Y no niego (aunque no puedo demostrar que sea así) que ha elegido incondicionalmente a algunas personas a la gloria eterna.
Pero no puedo creer lo siguiente:
Que todos aquellos que no han sido elegidos así para la gloria deben perecer para siempre; o
Que haya un alma en la tierra que jamás haya tenido la posibilidad de escapar la condenación eterna.
Con respecto a la segunda, Gracia Irresistible, creo lo siguiente:
Que la gracia que produce fe, y por lo tanto salvación al alma, es irresistible en ese momento;
Que la mayor parte de los creyentes tal vez recuerden alguna vez cuando Dios los convenció irresistiblemente de su pecado;
Que la mayor parte de los creyentes descubre en algunas ocasiones que Dios actúa irresistiblemente sobre sus almas;
Y sin embargo creo que la gracia de Dios, tanto antes como después de esos momentos, puede ser y ha sido resistida; y
Que en general no actúa irresistiblemente, sino que podemos obedecerla o no.
Y no niego lo siguiente:
Que en algunas almas la gracia de Dios es a tal punto irresistible, que no pueden menos que creer y ser finalmente salvadas.
Pero no puedo creer:
Que deban perderse todos aquéllos en quienes la gracia de Dios no opera de esta forma irresistible;
Que haya un alma en la tierra, que no tenga, y nunca haya tenido otra gracia, que aquella que en realidad aumenta su condenación, y que estaba designada por Dios para que así ocurriera.
Con respecto a la tercera, Perseverancia Final, me inclino a creer lo siguiente:
Que existe un estado asequible en esta vida, del cual el hombre no puede caer; y
Que aquél que ha llegado a esto puede decir: "Las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas."
Bibliogr.: Teología Sistemática, Pearlman