Que difícil es aprender a escuchar la voz de Dios en medio de los gritos del dolor y la aflicción, cuando todas las voces se confunden y no sabes bien que oír o a quien oír.
Pienso en Job, cuando en medio de todas las tragedias desesperadamente trataba de escuchar la razón para corregir y no la hallaba, y luego, inmerso en sus razonamientos vio llegar a sus amigos... tal vez pensando que podría al fin recibir un bálsamo para sus penas y sólo se encontró con un sin numero de acusaciones y llamados al arrepentimiento.
Pienso que tal vez estos son esos momentos que Dios tiene reservados para sus soledades con nosotros, esas circunstancias que El ordena y emplea para hacernos recordar que nada es tan firme, ni la unción, ni el poder, ni la gloria, ni la fe, ni la fuerza o la autodeterminación, nada de todo esto es tan firme como el Amor. Si, el amor que El siente por nosotros y que a veces deseoso de arrancar lagrimas de dependencia de nuestros corazones nos sumerge en las profundidades de la angustia para primero llamarle Padre, y luego: Sálvame que perezco. El reconocimiento que solo dependemos de El. Que El es nuestro todo y sin ninguna duda nuestro mejor amigo.Tal vez esos son los momentos especiales de Dios en que se deleita abrazándonos y mimándonos y soplándonos entre sus brazos, aunque claro, para nosotros parecen circunstancias dolorosas y angustiantes, que hasta parecen soledades de abandono, y sin embargo es cuando El mas cerca esta.
La verdad es que hay muchas cosas de Dios que no entiendo, pero hay una que aprendí muy bien y es que sin El no querría vivir y si estoy con El no importa como vivir porque aunque no me de cuenta, en lo mas profundo de mi ser se que El esta allí.
...solo otro pensamiento, y este... desde el dolor de mi aflicción.
Dios te bendiga!